<p>Un día de verano, sentada en el sillón de la abuela, comencé a revolver esas vivencias que tenía guardadas en mis silencios. Mi alma se fue deleitando con tantos gratos recuerdos, pero también se arrugó de dolor y comenzó a tirar fuera todo lo que la hizo sufrir. <br>Cada momento me puso de pie frente a la «Balanza de las Decisiones» y tuve que optar con qué valores enfrentar lo que la vida ponía en mi camino y fui cargando en mi «Mochila de l...