<p>Cuando un grupo u organización política se embarca en la reescritura de la historia hasta convertirla en irreconocible a quienes se han especializado en su estudio, entonces el rigorhistórico se erige en una prioridad política y el deber cívico en un imperativo moral. De un tiempo a esta parte, la proliferación de mitos y la escala de desinformación sobre el pasadohan adquirido una nueva dimensión. La práctica no supone ninguna novedad. Ahora ...