Freddie Mercury, alma y talante de Queen, desmesurado, impagable en su humanización del kitsch y, finalmente, tocado por la suerte más cruel, desapareció de esta dimensión en noviembre de 1991, legando treinta millones de euros a una fundación benéfica en favor de las víctimas del sida. Hoy, un cuarto de siglo después de su muerte, que arrastró inevitablemente la de Queen, su voz le sobrevive tan intacta como el fervor de innumerables admiradores...