Una calle estrecha y miserable. Los oscuros ladrillos de las casas parecen impregnados por todos los crímenes, pecados y miserias de las gentes que allí tienen sus guaridas. De pronto, algo mucho peor, más monstruoso, sobresalta el ánimo de Robert Louis Stevenson: un hombre que, hasta ese momento, él consideraba irreprochable acaba de cometer, ante sus ojos, la peor de las vilezas. Su frente se ensombrece al recordarlo y angustiosos pensamientos ...