Los marineros creyeron que habian encontrado el Eden Pero no era un Eden creado por Dios sino por las manos de las mujeres Abie vuelve a Africa para reclamar una herencia que su abuelo le lego al morir los cafetales en los que solia jugar de nina en la aldea ancestral Pero ademas le aguarda el caudal de un tesoro aun mas grande el de los recuerdos de sus tias las hijas de cuatro de las once esposas de su abuelo un rico patriarca guerrero Un acerv...