La proclamación de la Palabra de Dios en la asamblea litúrgica es un verdadero servicio eclesial. Después del Concilio Vaticano II, el ministerio del lector ha vuelto a tener el relieve que le corresponde en el conjunto de carismas y oficios suscitados por el Espíritu Santo en la Iglesia para la edificación de todo el Cuerpo de Cristo.El hecho de que la función del lector pueda ser desempeñada también por encargo temporal u ocasional no solo no r...