Entre nuestras preocupaciones como ciudadanos de sociedades desarrolladas hay una que parece atenazarnos con especial insidia: el exceso de información. Nos sentimos fatigados, agobiados. Estamos, se asegura, infoxicados. Este libro no pretende negar que el exceso de información sea un problema, pero sí afirma que quizá lo hayamos sobredimensionado y lo hayamos responsabilizado, de forma poco acertada, de nuestros males sociales. Para llegar a es...