Ana María Matute fue una gran contadora de historias. Los libros eran para ella como bosques misteriosos, y la escritura, una voluntad constante de adentrarse en ellos, de perseguir las palabras que nos revelan las historias que conocemos y las que presentimos, e incluso nuestra propia historia. En 1996, al ocupar el sillón K de la Real Academia de la Lengua Española, desplegó en su discurso de ingreso esta pasión por los libros y los bosques ima...