Es invierno y el amor funde la nieve de los confinamientos y hace siempre círculos. Belén baja como una estrella fugaz atravesada por la experiencia de su intimidad con el ánima mundi y lleva un tesoro de haikus en los que esculpir, aún más, la enseñanza recibida. Abraza, en esta propuesta de pulimiento de lo apercibido, pues el amor siempre abraza, a su querida Laura. Laura es ilustradora y se acerca al atelier de la artista con la confianza que el amor da para acompañarse juntas en un nuevo ascenso, plasmar lo que no se plasma. Cruzar la fina línea de lo intangible a lo tangible. Respetando con crujidos livianos de nieve que el aroma de un haiku no se escape, pues es fino, delgado como lo sutil del despertar en la mañana, que vive en dos mundos, en un fugaz instante. (Del prólogo de Beatriz Calvo)