Contra lo que a veces se afirma, la España de la Edad Moderna no ha sido un estado fuerte y centralizado, sino que ha mantenido un funcionamiento político que se asienta en el reparto de funciones entre los poderes públicos y los intereses privados, y ello se ha debido a que existe todo un sector de la actividad política que no es controlado por el Estado sino por personas y grupos privados. Esta realidad, desde luego, ha tenido su lógica corresp...