En el ocaso de la modernidad ya no somos hombres potenciales, porque se acabó la era del sujeto. Ahora somos sujetos discursivos, aunque textualizados. Nos hemos convertido en sujetos de papel, sujetos nominados, clasificables y controlados… ciudadanos con papeles, en definitiva. Se nos ha condonado, en efecto, la maldición originara. Nuestra actualidad es por ello superflua. La simpatía más profunda se abre ahora en la distancia más extrema, en ...