A diferencia de cualquier otro cineasta en la historia de nuestro cine, Fernando Fernán-Gómez vivió en sus propias carnes la repercusión directa (o incluso formó parte) de prácticamente la totalidad de los ingredientes que habrían de dar a cierto cine español de los años cincuenta y sesenta su particularísima textura, su extremada, popular y virulenta crispación esperpéntica, de raíz sainetesca, que ejemplifican a la perfección películas tan extr...