El ser humano contemporáneo está llamado a vivir en un mundo roto, un mundo desconexo y sincrético que ejerce sobre las personas una fuerza centrífuga que las aleja de su núcleo personal, de su interioridad. Así, progresivamente va fraguándose una cosmovisión profundamente dual que genera una distancia irreductible entre lo corporal y lo espiritual, entre Dios y el ser humano, entre el yo y los otros. El camino de la interioridad es un viaje al ...