«A mí me ha pasado muchas veces algo que seguramente le habrá pasado a cualquier lector [...]. He oído, al entrar en la librería, la campanita de la puerta; he sentido [...] la ilusión, la promesa [...]. Pero también algo que es mucho peor: la compañía que a la propia ilusión le suele hacer, según va pasando el rato en la tienda, una especie de pesadumbre [...]. Es la desazón ante el exceso, ante la inflación de ruido humano en la que ya todo se ...