El 19 de septiembre de 1985 un terremoto de 8,1 grados en la escala Richter asoló gran parte del territorio de México. En el Distrito Federal, la capital, los muertos se contaron por millares, al igual que los edificios desplomados. Germán Canseco, un joven poeta y novelista en ciernes, estaba allí. Contempló la ciudad poblada de cadáveres sin otro cobijo que el polvo, atravesó incendios y ruinas entre aullidos de sirenas, y percibió la ceniza de...