Todos los días rezamos el Padrenuestro: "Santificado sea tu nombre". Y hacemos bien en pedirlo, porque Dios es la más abrumada de cargas de todas las palabras humanas. Ninguna ha sido tan envilecida, tan mutilada. Las generaciones de los hombres han desgarrado la palabra con sus partidimos religiosos; por ella han matado y por ella han muerto; ella lleva las huellas de todos los dedos y la sangre de todos. Es comprensible que algunos sugieran per...