Como ocurre con dos de sus poetas más admirados, W.B. Yeats y Juan Ramón Jiménez, para Masoliver Ródenas la edad no lleva al agotamiento y a la esterilidad sino, por el contrario, a un nuevo sentido de la libertad y a una mayor hondura y autenticidad. Sin renegar de los paisajes obsesivos que han alimentado su anterior poesía, hay en Paraísos a ciegas una extraña familiaridad con la muerte vista como un vacío y como una plenitud: el poema es un l...