En 1964 y 1965, cuando la juventud de medio mundo se desmelenaba con las canciones de los Beatles, John Lennon publicó sendas obras que recogían las manifestaciones más disparatadas de su ingenio verbal y visual, dos pequeños desvaríos que serían terminantemente clasificados en la muy socorrida categoría de «inclasificable». Desde el punto de vista técnico, con ellos reinventa (o más bien revienta) la vieja fórmula del nonsense llevándola hasta s...