Sus viajes, sus milagros más o menos apañados por la leyenda y sus brazos cansados de tanto bautizar son los rasgos principales con los que la piedad popular ha elaborado el retrato del "aventurero" de Dios, Francisco de Javier. Más que de un retrato, se trata de una verdadera caricatura que aleja al cristiano actual de una de las figuras que mejor encarnan el espíritu ignaciano. El verdadero rostro de Javier se muestra, con toda la espontaneida...