La Segunda Guerra Mundial transformó la reputación de Churchill: en los oscuros días de 1940 se convirtió en un héroe nacional; sin embargo, a esa victoria siguió la derrota: en 1955 parecía que Gran Bretaña, eclipsada por Estados Unidos y la Unión Soviética, estaba perdiendo todo aquello que había luchado tan duramente para conservar. Por lo tanto, a pesar de los inmensos logros de Churchill, el mordaz examen que Keith Robbins hace de su carrera...