Al cierre de la primera década del siglo XXI el perfil de México sobresale por sus contrastes. El núme~o de habitantes supera los 112 millones distribuidos en un territorio de casi dos millones de kilómetros cuadrados, con una extensión costera de poco más de 11 mil kilómetros. La mayor parte de los mexicanos vive en centros urbanos, pero casi una cuarta parte habita en localidades de menos de 2500 habitantes. El número de compatriotas residentes en los Estados Unidos llega a 11.4 millones, de los cuales siete mantienen una condición de indocumentados. Las clasificaciones internacionales sitúan la economía mexicana como la duodécima del mundo y México ocupa el undécimo lugar entre los países exportadores. Pero la riqueza está desigualmente distribuida y 46.2% de la población vive en condiciones de pobreza, con 11.7 millones sin capacidad de adqui-rir una canasta alimentaria básica. Todos estos matices llaman la atención a cualquier observador de la realidad mexicana del siglo XX! y, para entenderlos, la historia económica ofrece un lente privilegiado al ser uno de sus principales propósitos entender la dinámica del desarrollo en el largo plazo.