La consecuencia natural de nuestras obsesiones es pasárselas a nuestros hijos. Llevo coleccionando globos terráqueos, mapas y otros artefactos geográficos desde mi itinerante infancia. Por tanto, no es demasiada coincidencia que haya estado escribiendo algunas partes de este libro mientras hacía metódicamente un mapamundi de mil piezas con mi hija. El mapa era una proyección de Mercator, que debe su nombre al geógrafo flamenco del siglo XVI que p...