Los grandes navegantes llegaron a nuestro país guiados por las estrellas. En las noches, esa misma bóveda celeste fue la compañera de los narradores de los pueblos indígenas, quienes contaban sus historias de gestas, hazañas y despojos. Pasaron tantos años, tantos siglos, y los nacidos en esta tierra se acostumbraron a amar su cielo. Este diario es un homenaje a aquellos que miden el tiempo mirando la luna. En las letras de nuestro país la noche fue una musa constante para los nocturnos de Jose ' Asunción Silva y Álvaro Mutis, las estrellas negras de Amoldo Palacios, las constelaciones de José María Rivas Groot y la tenebrosidad que devora la selva llena de animales y ruidos de José Eustasio Rivera. Hasta Pablo Neruda amó nuestro firmamento, 1 al punto de preguntarse si hay en Colombia "un coleccionista de nubes". Ver hacia las alturas es pensar, reconocer e incluso el enaltecer nuestra existencia, y por esta razón queremos homenajear a aquellos magníficos escritores que inmortalizaron este territorio. Creamos esta agenda para que, con cada llegada de la luna, usted pueda narrar sus días y contar sus desvelos. Cada mes podrá conocer a un maestro de las letras de nuestro país y verá reflejados aquellos pedacitos de cielo de Bogotá, Medellín,Cali, Macondo, Villavicencio o Quibdó que han inspirado la ' honda belleza de las creaciones de quienes han soñado con los ojos abiertos. Invitamos a los amantes de la literatura para que se apropien de esta pequeña joya y planifiquen con ella cada día del 2017, entregándose a esta salvaje esperanza que nos dejan las letras colombianas.