Sin duda este trabajo de investigación cuidadoso es un aporte a los estudios literarios, a los estudios de género y a los estudios culturales contemporáneos. La autora demuestra con ejemplos, entrevistas y una lectura aguda de la poesía de tres autoras negras cubanas, Georgina Herrera, Excilia Saldaña y Soleida Ríos, las posturas, a menudo contradictorias, durante las primeras tres décadas de la Revolución cubana sobre temas literarios (el realismo socialista versus la libertad de creación, que fueron las más importantes). De igual manera, nos recuerda algo que ya muchos sabíamos: que el Estado, que sólo apoyó y difundió una poesía que "no fuera contraria a la revolución", no tuvo una agenda feminista ni promovió la formación o el afianzamiento de las identidades de negros y negras. Las políticas culturales cubanas de esos años continuaron y validaron los modelos tradicionales de feminidad: la maternidad, la madre abnegada, la madre revolucionaria, el estereotipo de la mulata cubana con su erotismo desenfrenado y la idea de que el mestizaje unificaría a la nación. Habría que subrayar que para esos años todavía el feminismo hablaba de "mujer", y que ésta se pensaba como blanca, de clase media y educada. Es el feminismo de finales del siglo XX y del XXI el que habla de mujeres y no de mujer, y sostiene que la raza, la clase, entre otras, transforman y reconfiguran las identidades de las mujeres. En esas coordenadas se sitúa este trabajo.