Si el producto interior bruto de un país se incrementa año tras año pero también lo hace el porcentaje de su población privada de educación, sanidad y otros servicios y oportunidades básicos, ¿progresa realmente esa nación? Si recurrimos a indicadores económicos convencionales, ¿podemos hacernos una idea fiel de la situación real de los miles de millones de personas que viven en el mundo? En la convincente crítica que aquí presenta, Martha C. Nus...