Presencia central en las idas y en las prácticas desde hace más de tres siglos, la modernidad es hoy puesta en tela de juicio, repudiada o redefinida.En su forma más ambiciosa, estableció una estrecha correspondencia entre la acción humana y el orden del mundo. La libertad, la felicidad y la abundancia serían el punto de arribo de una humanidad que obrara según las leyes de la razón. El terror en que se transformó la Revolución francesa comenzó más modesta, puramente instrumental, de la razón al servicio de las demandas y necesidades que escapaban de las reglas de una racionalidad sólo correspondiente a una sociedad de producción basada en la acumulación. Los postulados del posmodernismo tienen a eliminar todos los principios de organización por un fluir de cambios y estrategias personales o políticas, y no auguran correspondencia alguna entre sistema y actor. Si desde su forma más dura a la más suave la modernidad ha perdido su fuerza liberadora y creadora, tampoco se trata, para el autor, de regresar a los nacionalismos y particularismos y abandonar la razón instrumental, el individualismo y el pensamiento crítico. Negándose a retornar la comunidad y a la tradición, el autor propone redefinir la modernidad como la creciente separación del mundo objetivo y de la subjetividad, con su invocación a la libertad personal. Sin mundo sagrado, natural y divino, creado y transparente a la razón, el sujeto humanizado descendió de los cielos y deambula entre los objetos manipulados por las técnicas, separado de ellos.En su forma más ambiciosa, estableció una estrecha correspondencia entre la acción humana y el orden del mundo. La libertad, la felicidad y la abundancia serían el punto de arribo de una humanidad que obrara según las leyes de la razón. El terror en que se transformó la Revolución francesa comenzó más modesta, puramente instrumental, de la razón al servicio de las demandas y necesidades que escapaban de las reglas de una racionalidad sólo correspondiente a una sociedad de producción basada en la acumulación. Los postulados del posmodernismo tienen a eliminar todos los principios de organización por un fluir de cambios y estrategias personales o políticas, y no auguran correspondencia alguna entre sistema y actor. Si desde su forma más dura a la más suave la modernidad ha perdido su fuerza liberadora y creadora, tampoco se trata, para el autor, de regresar a los nacionalismos y particularismos y abandonar la razón instrumental, el individualismo y el pensamiento crítico. Negándose a retornar la comunidad y a la tradición, el autor propone redefinir la modernidad como la creciente separación del mundo objetivo y de la subjetividad, con su invocación a la libertad personal. Sin mundo sagrado, natural y divino, creado y transparente a la razón, el sujeto humanizado descendió de los cielos y deambula entre los objetos manipulados por las técnicas, separado de ellos.Si desde su forma más dura a la más suave la modernidad ha perdido su fuerza liberadora y creadora, tampoco se trata, para el autor, de regresar a los nacionalismos y particularismos y abandonar la razón instrumental, el individualismo y el pensamiento crítico. Negándose a retornar la comunidad y a la tradición, el autor propone redefinir la modernidad como la creciente separación del mundo objetivo y de la subjetividad, con su invocación a la libertad personal. Sin mundo sagrado, natural y divino, creado y transparente a la razón, el sujeto humanizado descendió de los cielos y deambula entre los objetos manipulados por las técnicas, separado de ellos.