La pasión por Italia, por su historia y sus gentes, mueve a Stendhal a escribir estas Crónicas italianas, «halladas» en realidad, según su autor, entre los legajos de viejos archivos romanos, ya en los últimos años de su vida, cuando era cónsul francés en Civitavecchia. Stendhal lee sin descanso casi una docena de volúmenes de procesos judiciales que tuvieron lugar en las postrimerías del Renacimiento, en busca de los crímenes que mejor retratara...