Por entre los múltiples estragos que originan la prohibición y la intolerancia, el más infame de todos ellos es el de haber transformado derechos inalienables en vulgares delitos, y actos soberanos de conciencia en conductas punibles. Que sirva lo que sigue como un modo de resistencia digna: a lo que tan indignamente y con más ira que estudio ha sido prohibido a favor de una salud cuyo nombre, invocado en vano viniera a encubrir tras sus prestig...