Durante mucho tiempo, el país, al que se impuso una visión económica que lo obligaba a buscar el desarrollo contemplando su propio ombligo, no tuvo mayor necesidad de sus puertos. Buenaventura, Barranquilla, Cartagena y, en algún grado, Santa Marta desarrollaron sus puertos gracias a los cafeteros y a uno que otro empresario audaz que los mantuvieron vivos desde la colonia. En la Ley 1 de 1991, entonces, se dieron pasos para crear un modelo insti...