No es un cuento. No es un relato. No es una historia. Es un cuadro mágico, con pinceladas entrañables que nos sumergen en el mundo de la infancia, el de las sorpresas, el de la mirada virgen y llena de curiosidad. Es un chapuzón de emociones que aceleran los latidos como en un parque de diversiones, lejos de Disney y muy cerca de Varela donde Alejandro Suárez tiene su corazón? Y es universal. Porque nos despierta al niño dormido y habla nuestro m...