Son artículos, pero como deben ser. Bien pensados, ágiles y sabrosos. De esos que se esperan todas las semanas para saborearlos con el pocillo de café caliente. Así lo hago los martes en mi aún apacible Sincelejo. Y entonces comparto con los lectores del heraldo el juicio acertado, el análisis doctrinario, o la graciosa descripción del recuerdo. Todo esto bajo el alero de una prosa ajustada a las exigencias del buen uso del idioma que sabe respon...