En cualquier esquina, en cualquier tiempo, en medio del silencio de alma cuando es aniquilada por el abrazo atroz de la rutina o de llanto que erosiona el pecho, que subleva o de los susurros, de los cantos, de las hileras de voces acariciantes, encontrándose con el vendedor de sueños, de mangos, contigo, nos sorprende el escritor, nos encuentra en la ciudad, se reencuentra, se aleja por cualquier avenida o cualquier calle escondida, cómplice.