El aspecto central de esta obra se inicia con el nexo que debe existir entre la ética y el derecho para deducir cómo el derecho disciplinario busca encauzar el comportamiento de los servidores mediante la imposición de deberes como una forma de asegurar el cumplimiento de los fines esenciales del Estado. De manera amplia, la obra examina la conformación de la falta disciplinaria a partir de una conducta compleja, así como sus diversas modalidades hasta el grado de consumación. La falta disciplinaria es concebida, entonces, como una conducta sustancialmente ilícita por infracción de un deber, la cual debe ser objeto de un juicio de reproche, al término de cual se culminará con la imposición o no de una sanción, que de ser impuesta debe cumplir, entre otros fines, los de prevención y de garantía de una correcta función publica, como resultado del quebramiento de una norma subjetiva de determinación.