El hecho, indudable por cierto, es que José Zorrilla, a partir de Don Juan Tenorio, clásico por antonomasia de su más brillante creación literaria, dio vida propia a una leyenda ineludible, mitológica, que incidirá directamente en la instalación en la posteridad de la efigie del mujeriego y “rompecorazones” por excelencia: la imagen del tempestuoso galán conquistador, la imagen más cercana y palpable del truhan irremediable, aquella que no sería ...