El edificio Francisco Camacho no es el más grande, ni el más antiguo, ni el más colorido, ni el mejor decorado, ni el más importante. Ni de Bogotá, ni de la avenida Jiménez, ni entre sus edificaciones vecinas. Sin embargo, y al contrario de muchas de las construcciones en su alrededor, es un hito urbano, un objeto reconocido por muchos de los transeúntes del centro de la ciudad. En este libro, Roberto José Londoño indaga sobre cómo este pequeño e...