Originalmente el agua y los sueños debían formar parte de un vasto ciclo sobre los cuatro elementos iniciando con en 1938. El autor de esta obra, tenía la intención de proseguir, en el plano de la imaginación material, el examen de los obstáculos que 'se oponen' a un conocimiento objetivo, tal y como lo había hecho antes al analizar las condiciones epistemológicas del progreso científico. Sin embargo, pronto se da cuenta de que el rico imaginario del agua tiene, como el elemento mismo, propiedades que lo convierten en una entidad reacia a la sistematización. Las imágenes acuáticas a menudo dinámicas, huidizas e inestables, y su sustancia es la de ese río en el que nunca nos bañamos dos veces: la piesocrática corriente que siempre fluye y se escapa. Para acercarse a ella, para aprehenderla en su forma primera, se hace necesario cambiar de estrategia. El autor así "lo entiende y por eso emprende, con este texto, el gran viraje que ha de llevarlo de un psicoanálisis de las, imágenes elementales a una fenomenología de la imaginación poética. Es verdad que en sus descripciones nunca alcanzaron: la tan ansiada objetividad a la que entonces se aspiraba. Pero no es menos cierto que, con estas páginas, el filósofo deja uno de sus libros más personales e inclasificables: un exigente ensayo de estética literaria que el tiempo ha ido transformando en una deslumbrante lección de escritura y poesía. El psicoanálisis del fuego en 1938. El autor de esta obra, tenía la intención de proseguir, en el plano de la imaginación material, el examen de los obstáculos que 'se oponen' a un conocimiento objetivo, tal y como lo había hecho antes al analizar las condiciones epistemológicas del progreso científico. Sin embargo, pronto se da cuenta de que el rico imaginario del agua tiene, como el elemento mismo, propiedades que lo convierten en una entidad reacia a la sistematización. Las imágenes acuáticas a menudo dinámicas, huidizas e inestables, y su sustancia es la de ese río en el que nunca nos bañamos dos veces: la piesocrática corriente que siempre fluye y se escapa. Para acercarse a ella, para aprehenderla en su forma primera, se hace necesario cambiar de estrategia. El autor así "lo entiende y por eso emprende, con este texto, el gran viraje que ha de llevarlo de un psicoanálisis de las, imágenes elementales a una fenomenología de la imaginación poética. Es verdad que en sus descripciones nunca alcanzaron: la tan ansiada objetividad a la que entonces se aspiraba. Pero no es menos cierto que, con estas páginas, el filósofo deja uno de sus libros más personales e inclasificables: un exigente ensayo de estética literaria que el tiempo ha ido transformando en una deslumbrante lección de escritura y poesía.