Las luces se apagan. El telón de terciopelo oscuro se mue-ve lentamente. En la pantalla enorme aparecen montañas amarillas, indios valientes, vaqueros con honor, trapecistas de ojos verdes. Los sueños tienen apenas ocho años de edad. Todo para el narrador de esta historia es nuevo. Sabe que afuera del teatro está la Medellín de los años sesenta en la que Mejía, su padre, vivirá jornadas épicas para ganarse un espacio en el mítico sector comercial...