«...Les quitaron las cadenas de los tobillos y alguien empujó a Esmeralda hacia la hilera que formaban los negros esqueléticos y desahuciados en la proa del barco. Hombres, mujeres y niños cuyos cuerpos parecían ramas secas dobladas por su propio e insoportable peso». Nada de lo que pueda escribir en este párrafo que, quizás, usted esté leyendo con premura, puede darle una idea cabal e íntegra de lo que es esta novela. Podría decirle que Esmera...