La creciente imposición de los intereses particulares sobre los generales en el país ha generado una falta de ética en el uso de lo público y lo oficial. Este hecho se evidencia cada día en la condena de gobernantes, funcionarios, empresarios e, incluso, jueces y ciudadanos de a pie empeñados en enriquecerse de manera ilícita lo más rápido posible. Estos afanes no suelen ser ajenos a los compadrazgos del clientelísmo, los sobornos del narcotráfic...