El cuarto secreto es como un sistema de puertas. La primera, evidente, ya está abierta: es la que tiene que ver con el alegato de Irene por un lugar en el mundo, pero uno propio, concebido desde su condición de mujer en medio de sutiles y culturales opresiones. La segunda, entreabierta, retiene una represa cada vez más agrietada: Irene, la protagonista, se sugiere, es editora y escritora; cómo hacer que el propio oficio se sostenga entre un espac...