Basta asomarse a la historia del arte para constatar que, con contadas excepciones, el cuerpo humano ha sido en todos los tiempos y en todos los lugares el mayor motivo de inspiración y uno de los temas predilectos de representación. Pero, dice Kenneth Clark, "El cuerpo humano no es uno de esos temas que se pueden convertir en arte por transcripción directa, a la manera de un tigre o un paisaje nevado". El cuerpo humano entraña un sinnúmero de asociaciones y connotaciones que le confieren sentido, y cuando aparece representado, sea en la obra de arte o en cualquier otra forma expresiva, es el núcleo a partir del cual es posible elaborar una mirada sobre el sujeto humano y su universo material y espiritual.