"para tomar conciencia de su fuerza, el proletario debe echar por tierra los prejuicios de la moral cristiana, económica y librepensadora; debe regresar a sus instintos naturales, debe proclamar los ‘Derechos de la pereza’, mil veces mas nobles y mas sagrados que los tísicos `Derecho del hombre’, elucubrados por los abogados metafísicos de la revolución burguesa; debe limitarse a trabajar sólo tres horas por día, a holgazanear y a comer el resto del día y de la noche. El derecho a la pereza (1880) es quizá la obra más importante de Paul Lafargue (1842-1911). En ella el autor se sumerge en una critica sin velos a la lógica de explotación de mano de obra trabajadora, propia del sistema capitalista.