No parece sencillo hablar con rigor y sin apasionamiento de un derecho fundamental a la alimentación básica y tratar de abordarlo objetivamente desde el punto de vista del derecho constitucional, cuando ya se sabe que, según el Programa Mundial de Alimentos, el número de personas que padecen hambre en el mundo supera ya la cifra de mil millones y, además de ello, el flujo de ayuda mundial se encuentra en su mínimo histórico, o cuando casi semanal...