El protagonista de esta historia, y sus amigos todos inmigrantes judíos-rusos en Brasil, amantes de Walt Whitmean y Rosa Luxemburgo, emprenden la formación de una colonia socialista, a semejanza de la región judía autónoma que el gobierno soviético estableció en 1982 en Birobidján, Siberia Oriental. Para Meyer la misión era clara: habrá un mástil en el que flameará la bandera de la Nueva Birobidján. Sembrarían porotos y maíz. Tratarían a los vegetales como amigos, como aliados de la gran empresa. Criarían un cerdo, el Compañero cerdo; una cabra, la Compañera cabra; una gallina, la Compañera gallina. Tendrían que esforzarse por simpatizar con los compañeros animales, y el que no, debería hacerse al autocrítica. Vivirían en chozas, instalarían el Palacio de Cultura, y también la colonia tendría un diario, iniciándose así la constricción de la nueva sociedad. Con aliento quijotesco y una atmósfera mesiánica esta narración va desarrollando la saga del Capitán Birobidján, el solitario predicador de un mundo mejor; su loco humor, sus sueños mágicos, su delirante y contradictoria obsesión redentora, hacen de este libro una grata invitación a una lectura divertida, conmovedora y apasionante.