En Occidente, el más poderoso aliado de la belleza ha sido siempre la luz. En cambio, en la estética tradicional japonesa, lo esencial es captar el enigma de la sombra. Lo bello no es una sustancia en sí, sino un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra. Al igual que una piedra fosforescente en la oscuridad pierde toda su fascinante sensación d...