El fantasma de la desnudez persiguió a su autor durante sus años de parvulario y escuela sin que éste se diera cuenta. Ahí estuvo siempre, sin desampararlo nunca. Lo acompañó cuando acusaba a su hermano mayor de usurpar los zapatos nuevos de su padre para ir a ver a la novia que tenía en el colegio: no entendía cómo a esa edad en la que los padres sólo infunden los hábitos de las tareas y la responsabilidad, él tenía tiempo para esa clase de amor...