“Detrás de la inconsciencia juvenil y la desmemoria de los días del desorden y las caminatas ociosas, de las noches de drogas y lances amorosos, hay un mundo hondo de reflexiones, miedos y conjeturas alucinadas. Un joven de veintitrés años en busca de cigarros sin filtro, algo de fua, el sonido de los solares con guaduales y la mujer que se atraviese, también tiene sus meditaciones, sus cálculos y sus juicios. En El Hormiguero, un bar que es también una colmena, los personajes se presentan y desaparecen de un cuento a otro, como en los días aciagos cuando era mejor esconderse o huir definitivamente. Estallaban las bombas y se decía que los taxis eran patrullas turbias. La pequeña pandilla que imagina, inventa y describe uno de los personajes suele confundir la lealtad y la traición, olvida la muerte en las montañas cercanas a la ciudad, cree que las obsesiones que dejan las trabas son destinos marcados. El joven Amerigo piensa, camina e inventa los tiempos de problemas terribles y ventanas formidables para escapar.”Pascual Gaviria