El estreno de en abril, de 1836, delante del zar y de toda la corteimperial, puso en una situación tan delicada a Nikolái V. Gógol que él mismo creyó conveniente echar tierra de por medio y «emigrar» a Roma. En esta farsa que combina la arlequinada con el teatro de marionetas, dice Jan Kott, «se halla la misma tragicomedia grotesca y pavorosa que se creía un descubrimiento del teatro del absurdo de Beckett y Ionesco». En el siglo XX, la virulenci...