«-Hay algo que me propongo hacer —dice ella al fin—. O quizá debo hacer, en realidad. -¿Puedo serte útil para eso? -En cierta forma lo eres. Al fin y al cabo, tú me enseñaste a amar a los héroes. Devuelve el libro a su lugar y afronta la mirada perpleja del padre. -Sin ti nunca los habría reconocido —añade. -No creo que yo... -Oh, no, en absoluto. O tal vez también lo fuiste algún tiempo, antes de que nuestra Troya ardiera.» En los años 19...