«Es el 31 de diciembre de 1999. El escenario es una casa grande de familia. Sucede en la sala habilitada como consultorio del médium, que hoy luce ampliamente decorada para fiesta de cumpleaños, con bombas de colores, serpentinas y demás. Sara: Ese señor que vocifera así, como mártir impenitente, ese es mi padre. Como ustedes lo habrán podido apreciar, está muerto... Está muerto y yo no tengo lágrimas para llorarlo, no porque se me hayan acabado,...